martes, 7 de septiembre de 2010

Vuelo.. fin del libro...

El refugio se ha llenado de la lluvia matutina, el único lugar seguro está lleno de orines de las personas que alguna vez se quedaron por aquí, las golondrinas no han vuelto a cantar, no escucho tus reproches ni tus caprichos, no hay nada más, ya no hay más, pero es lógico que los niños como tu jueguen a eso, ser terroristas y guerrilleros, quieren robarle el corazón a una muchacha con coronas de cigarrillos, pintar murales de colores ya extintos y convertirse en un romántico de los que bautizan a los árboles con nombres diferentes, que recogen versos en vez que frutos, ¡romperlo todo hijo de puta! ¡Romperlo todo! Romper también las madrugadas y los timbres, las líneas en la vereda, las pupilas perdidas bajo la luz amarilla de los focos en los postes y es justo en este momento cuando puedo sentir el frio despacito, la ausencia, puedo olerlo con mis dedos hasta combinarlo con la ira, pero ya no quiero ansiarte demasiado, no quiero porque las cicatrices de guerra se convierten en heridas, esas cicatrices que quedan cuando uno va en busca de su patria, del ansiado hogar donde tu podías ver a los niños en la plaza, a la viejita de la esquina vender tamales, el color sepia de las calles, los matices rojizos, esa patria que quedo perdida en alguna novela que seguramente alguien como tu escribía y se siente como si te robaran todo, algo así se siente, pero aun queda el sabor de lo que habías tenido ¿y mi patria? Seguramente también se ha ido contigo. No sé cuánto tiempo más he de esperar eso, esa magia, esa luz que no vi en mucho tiempo. Seguramente será hasta comenzar una nueva novela… pero….




La gente de novelas, se quedan en el papel. Y contigo no funcionan las sagas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario