jueves, 8 de julio de 2010

Inocencia interrumpida


Noches basuras exprimen limón y calumnias en capítulos color sepia, en frases trastocadas e irrelevantes ella, usualmente cae bajo tus pasos Sophia, dentro de tu aroma mágico.


La comisura de tus labios se cierra lentamente detrás de viejos cuentos de cuna y giran conforme avanzas con las palabras, querida puta mentirosa tu pelo huele a canela y maíz morado.

Pasan el tic y el tac, los labios danzan y el olor de la noche suele desgastar la colonia barata que lleva puesta Sophia, la que revela su sublime inocencia interrumpida. Entonces ella, quien suele tomar los sueños prestados de alguien contempla a Sophia columpiarse un miércoles y tiernamente prostituye su esencia para ella, como necesidad ante su soledad mientras le cobra con lágrimas de sueños rotos luego, como en las tardes, Sophia, la mira, sonríe y se desliza, flota bajo el cielo grisáceo, sobre las maderas pero no en su pecho, porque ella miente y disfraza su verdadera identidad con drogas baratas.
 
Sin versos ni hogares, ella, la que toma prestados los sueños de alguien corre hacia un refugio más liviano, a alguna botella de alcohol o marihuana y Sophia va tras la joven de cabello corto para arrancarle un beso o una lágrima sabor a chocolate y ¿Por qué no? Ellas podrían pasar las dolorosas noches tocando con el dedo índice la fragilidad del placer que ofrecen circunstancias como estas, yendo y viniendo, deslizándose en dos columpios que son y no son los únicos testigos de ese desgaste en búsqueda de un libido aun mas grande que el que ofrece el roce de sus sexos.


Al fin y al cabo tanto Sophia como ella eran putas, de esas de las que te enamoras en el primer beso, las que nunca dejan de ser niñas, las que siempre buscan a su madre.

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